Si en su ópera prima ‘Purasangre’ (2017), el director norteamericano Cory Finley se sirvió de una provocadora comedia negra para retratar las miserias de ciertas élites adineradas, su segundo largometraje ‘Bad Education’, tira de fino sentido del humor para contar un engaño. El que perpetrara Frank Tassone (Hugh Jackman) como responsable del distrito escolar de Roslyn (Nueva York). Un sujeto que tras el éxito de su gestión, escondía el asalto al erario público, robando dinero a espuertas para sostener un elevado ritmo de vida.
Finley articula una película enormemente divertida, a la vez que didáctica, introduciéndonos en aspectos intrínsecos a la sociedad americana: la competitividad extrema en todos los órdenes de la vida, también en el ámbito educativo; el gusto por los rankings y las clasificaciones, con la estadística flotando siempre en el ambiente; la cercanía de la comunidad a los asuntos que les afectan; la rendición de cuentas al contribuyente; lo descentralizado de un sistema en el que cada cuál se busca la vida como buenamente puede, buscando financiación a diestro y siniestro.
Genial Hugh Jackman. Hace la interpretación de su carrera
El caso es que en todos los sitios cuecen habas. Y este administrador brillante, que empatizaba con la gente llamando a los alumnos por su nombre, interesándose por su futuro, abriéndoles el camino de las más prestigiosas universidades, tenía el latrocinio como divertimento. Hugh Jackman ejecuta, de largo, el papel de su carrera. Su sonrisa va mutando en mueca incontrolada conforme la situación se hace insostenible. Borda una interpretación en la que sobresale el cinismo como arma de interlocución social, ejerciendo una sutil influencia intimidatoria hacia sus compañeros de fechorías, subordinados y superiores. Nadie escapaba al influjo de sus encantos.
Como en tantos escándalos de corrupción, el saqueo se destapa de manera casi accidental y de forma insospechada. ‘Bad Education’ suma al entretenimiento una reflexión profunda hacia el comportamiento humano. A lo que somos. Nos pone frente al espejo y lo que vemos no siempre es decoroso. En cómo enfrentar la ignominia radicará nuestro éxito o fracaso como colectivo, porque ésta parece formar parte del paisaje.
Nuestra valoración