Tras haberse ganado el respeto de la devaluada Academia de Hollywood como guionista, nominación al Oscar mediante, y el de la prestigiosa #FilmTwitter como director, Taylor Sheridan vuelve a la carga con ‘Aquellos que desean mi muerte’. Un thriller dramático de catástrofes naturales que irradia un gustoso aroma a cine noventero y que se establece como segundo largometraje del texano. Un trabajo en el que, además de dirigir, también escribe y produce, contando con el aliciente de tener a Angelina Jolie como potente punta de lanza de un buen reparto.
La cinta, basada en la novela homónima de Michael Koryta, se puede disfrutar en salas desde el pasado 7 de mayo. En EEUU, siendo ‘Aquellos que desean mi muerte’ un producto de Warner, la película comparte cines y HBO Max desde el 14 de mayo.
Como el perro y el gato
Hannah es una veterana bombero forestal, especializada en paracaidismo, curtida ya en mil batallas. Aunque, de un tiempo a esta parte, vive traumatizada por un fortuito accidente laboral del pasado. Durante un incendio incontrolado no pudo salvar la vida de unos muchachos y el duro golpe lleva un año atormentándola a pico y pala. Quizás por ello ahora su labor se reduce, únicamente, a observar desde una torreta de vigilancia en mitad de los agrestes bosques de Montana.
Un buen día aparece por allí, desorientado y manchado de sangre, Connor. Un tímido crío que esgrime que la sangre no es suya. Pocas palabras más salen de su boca. Tras su rastro van dos asesinos a sueldo que ya han liquidado a su padre, un auditor que amenazaba con sacar a la luz peligrosos secretos de estado. Una dañina patata caliente que ahora reside en las manos de Connor; la cual pondrá su vida, y la de quienes le rodeen, en constante peligro.
Para hacer su labor más sencilla nuestros dos intrépidos matones deciden provocar un incendio forestal. Hay que mantener ocupados a los agentes del orden, y convertir la zona en una parrilla parece la mejor solución.
Así desarrolla Taylor Sheridan ‘Aquellos que desean mi muerte’. Interesante propuesta en la que, además de la ya mencionada Angelina Jolie, este cuenta con la presencia de: Nicholas Hoult, Aidan Gillen, Jon Bernthal o Tyler Perry, entre otros, como refuerzo de lujo.
Desenterrando recuerdos de juventud
Aunque a Taylor Sheridan le pillara ya algo crecidito, pasada la veintena, es evidente que ese cine de catástrofes de la década de los noventa y finales de los ochenta, empacado a modo de thriller, le marcó. Si no ¿Por qué iba a recuperar ahora esa esencia?…
Y la verdad sea dicha, quienes hemos tenido la suerte de chupar de esa teta, sabremos apreciar como merece ‘Aquellos que desean mi muerte’. Por desgracia , para el resto el film no pasará de producto que llega con varios años de retraso y sin demasiada gracia. Pero que les zurzan, no está hecho para ellos.
Y es que todos los pertenecientes a ese selecto grupo recordaremos con apego decenas de grandes películas, de esos años, con una escena final similar a la de este film de Sheridan. Un primer plano de nuestro héroe, acomodado en un furgón médico y con evidentes heridas de guerra, dentro a su vez de un inmenso cordón policial con gran trasiego de gentes. Dicho primer plano va convirtiéndose, sin prisa pero sin pausa, en un plano general aéreo de la zona, devastada pero a salvo.
Ese desenlace reside, grabado a fuego, en mi cerebro. Y que ‘Aquellos que desean mi muerte’ lo desentierre, unido por supuesto a la hora y media de metraje que se desarrolla antes, solo puede significar placer.
Metiendo la manita en el cesto equivocado | ‘Aquellos que desean mi muerte’
Como ya ha quedado claro, Taylor Sheridan emula un tipo de cine muy concreto en su nueva obra. El aroma a cintas como ‘Un pueblo llamado Dante´s Peak’ (Roger Donaldson, 1996), ‘Pánico en el túnel’ (Rob Cohen, 1996) o ‘Twister’ (Jan de Bont, 1996) se atisba en el horizonte, todo ello con Angelina Jolie a modo de trasunto de John McClane. Aunque habré de admitir que al cineasta le ha faltado captar mejor aquella esencia. Sheridan denota una gran falta de sentido del espectáculo, lo que hace que al esquema ese de buenos muy buenos y malos muy malos se le vea el cartón.
Es evidente que al realizador le va más el drama de personajes que la acción puramente evasiva, y en ‘Aquellos que desean mi muerte’ queda demostrado. Aunque a la hora de la verdad el tipo de drama que maneja, ese con inclinación por el diálogo brusco y nada orgánico más que por la imagen sutil, denota a qué liga pertenece realmente la cinta. Una duda que el espectador nunca tiene. Y ese querer meter la manita en un cesto que no te corresponde hace que resalten más las obvias imperfecciones de un guion escrito a seis manos entre el propio director, Michael Koryta y Charles Leavitt.
Demostrado ya hacia qué lado escora Taylor Sheridan, y hacia que lado debería haber escorado, descubrimos que el factor catástrofe natural queda bastante desequilibrado en la balanza final, respecto a un factor thriller dramático muy mecánico que se lleva prácticamente todo el peso. El devastador incendio queda arrinconado en un último acto que nunca lo termina de aprovechar del todo.
Nuestra valoración